sábado, 29 de marzo de 2014

אח, aj y אחות, ajot, hermano y hermana y el plural femenino hermanas

Es interesante el notar lo que pasa, gramaticalmente, con las palabras hebreas para hermano y hermana. Hermano, en hebrero es אח,  aj; y hermana es אחות, ajot.  En hebreo, la palabra genérica para hermano  es אחאי, ajai. Aj está ciertamente relacionada con el verbo אחה, ajah, que significa unir, coser.

A pesar del hecho de que el verbo solamente aparece en hebreo post-bíblico, el escriturario Klein escribe que hay un debate entre los eruditos en cuanto a si el verbo deriva del sustantivo, o si el sustantivo deriva del verbo. Steinberg expande el significado raíz unir a otras palabras, como אח, aj, chimenea, fogón, donde la gente se reúne alrededor, y אחו, aju, juncos (que más tarde significó pradera), los cuales se usaban para hacer sogas para atar.

Sin embargo, la erudición moderna ha determinado que estas dos palabras fueron tomadas prestadas del egipcio, tal como ocurrió con otras palabras que entraron en la lengua hebrea durante la cautividad en la tierra del Nilo, y el propio alefato (el alfabeto hebreo), cuyos caracteres pareciera ser que se desarrollaron en Sinaí y al influjo de la escritura egipcia.

אחות, Ajot, es una palabra inusual. A pesar de ser un sustantivo singular, termina en ot, que es usualmente el sufijo plural de los sustantivos femeninos. Encontramos un fenómeno similar en otro termino pariente: חמות, jamot, que significa suegra.

Un error común que cometemos los nuevos hablantes del hebreo (yo recuerdo haberlo cometido también) es decir ajot cuando se quiere decir hermanas. El término correcto en hebreo es אחיות, ajayot, pero quienes cometemos el error en realidad estamos mucho más cerca del hebreo antiguo. David Talshir de la Universidad Ben Gurion escribió un artículo titulado "Las Formas 'ajot y 'edot en hebreo antiguo", donde discute el plural de ajot. La forma absoluta del plural nunca aparece en el Tanâkh. Ajayot aparece en el Tanakh, pero sólo en los libros tardíos. En los libros tempranos (como Oseas 2:3, y en el ketiv de Josué 2:13), el plural es אחות, ajot.

Así que en hebreo antiguo, hermana era ajot, pero hermanas era ajvot. Para evitar confusión, se desarrolló una nueva pronunciación para hermanas, ajayot.

Esto nos ilustra claramente el hecho de que la confusión lingüística no es nada nuevo. Es interesante sin embargo que haya quienes luchan fuertemente contra los cambios para hacer el idioma más fácil, cuando tales cambios se hicieron hasta en los tiempos bíblicos...


(De la serie Studia Scriptura, Brus Leguás C.)

Génesis 1:1, un resumen de los orígenes del universo

Génesis 1:1 comienza con la historia del universo en las magistrales y a la vez sencillas palabras: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra."
Las majestuosas y sublimes palabras de apertura del libro de Génesis (hebreo, Berešîth), están elaboradas de tal manera que informan de lo necesario, de lo que es necesario saber.
La Biblia no es meramente un libro de historia, ni tampoco un tratado de ciencias. Pero cada vez que es necesario hacer referencia a esos temas, lo hace con maestría, con conocimiento profundo, y es histórica y es científica en esas ocasiones.
Pero, uno genealmente falla cuando intenta leer Génesis, por ejemplo, en este caso, como un mero tratado de historia del universo, porque no es ese el propósito de la Escritura sagrada. Sin embargo, el escritor inspirado sí se refiere a aspectos de los orígenes del universo que nos atañen directamente, que nos ligan indisolublemente con nuestro Creador como Padre que es de todas las criaturas existentes.
Los científicos, en la actualidad, atribuyen al universo una edad que oscila entre varios miles de millones de años desde el supuesto "big bang", la teoría actualmente más ampliamente aceptada en el mundo de las ciencias.
En tanto, en la Biblia, el Creador nos informa a través del Génesis que en el principio Él creó los cielos y la tierra. El hecho de que Dios no haya establecido una fecha específica para este evento cardinal, puede deberse a que no es importante saber la fecha como el hecho mismo que se produjo. Por otra parte, es posible que el escritor inspirado no tuviese a mano los elementos necesarios para poder interpretar adecuadamente el tiempo involucrado en la creación del universo desde el punto de vista humano y que por esa razón el dato fuera omitido o no se hubiera siquiera mencionado.
En todo caso, para los detractores de la Biblia, da lo mismo que se proporcione o no una fecha específica, ya que simplemente no la aceptarían si se proporcionara, o bien la negarían, tergiversarían o dirían que es una adición posterior. Por lo mismo, basta para quienes creen en la realidad de la creación que "en el principio creó Dios los cielos y la tierra", independientemente del tiempo involucrado.
Algunos, a quienes se conoce como "creacionistas", en sus varias corrientes ideológicas, consideran que el universo fue creado en seis días literales, y que Génesis 1:1 comienza al principio del primer día o poco antes de que Dios ordenara que fuera la luz.
De todos modos, considerando las opiniones, puntos de vista, enseñanzas y doctrinas de los llamados Padres de la Iglesia, así como de los apóstoles y de otros tempranos escritores y autores cristianos primitivos, puede decirse que durante el primer siglo tanto judíos como cristianos literalistas consideraban que toda la historia de la humanidad cabía dentro de seis mil años que todavía no se cumplían y que culminaban con los mil años del reinado de Cristo sobre la tierra, período que era el séptimo "día" o período de mil años de la historia humana, el llamado "día de descanso de Dios", cuando Dios no ha estado creando nada nuevo en el universo y ha dejado que la creación continúe su curso bajo las leyes que Él estableció al principio de los tiempos.
La Carta de Bernabé es un claro ejemplo de esto. La Carta de Bernabé fue compuesta en un ambiente judeocristiano que amalgamó las expectativas judías de más de un siglo antes y las expectativas cristianas corrientes en su tiempo. Si uno estudia la Carta de Bernabé, y otros documentos cristianos y judíos similares, no puede menos que llegar a la conclusión que la preparación de la Tierra para ser morada de seres vivientes, comenzó unos 46.000 años antes de Jesucristo, en números redondos. La creación del hombre Adán habría ocurrido unos 4.000 años de Cristo y quedaban por delante unos 2.000 años más de historia humana, a los que habrían de seguir los 1.000 años del reinado de Cristo sobre la tierra, para reconciliar a toda la creación con Dios. Concluidos esos 1.000 años comienza el Octavo Día, cuando Cristo se sujeta a su Dios y Padre, le entrega el Reino, y comienzan las edades futuras sin término ni fin, con todo el universo reconciliado con su Dios, Padre y Rey.
Pero Génesis 1:1, obviamente, tuvo lugar antes del año 46000 a. de J.C. y, siguiendo la misma línea de razonamiento de los escritores judíos y cristianos de los últimos siglos a. de J.C. y de los primeros siglos d. de J.C., uno podría adscribirle al punto inicial de la creación todos los miles de millones de años que crea necesarios, porque no hay en toda la Biblia ninguna declaración que limite el tiempo involucrado.
Sin embargo, apenas terminada esta frase de apertura de Génesis 1:1, ya se está en un tiempo que, de acuerdo a la Carta de Bernabé, ha de establecerse antes del año 46000 a. de J.C.
"La tierra estaba sin forma y vacía". La tierra, el planeta Tierra, era un mundo informe y vacío. No diferiría mucho de otros mundos que se pueden encontrar en las amplias e insonsables vastedades del universo.
Y entonces comenzó el milagro, luego de haber sido escogido por Dios para ser el hogar de su creación viviente e inteligente.

Milenio y Milenarismo, un capítulo olvidado de la esperanza cristiana original


Generalmente, se considera que la doctrina del Reinado Milenario de Cristo sobre la Tierra es una doctrina herética.
Sin embargo, basada en 2 Pedro y en Apocalipsis, la doctrina gozó en la Antigüedad no solo de gran aceptación sino que, de acuerdo a esclarecidos y muy altamente considerados Padres de la Iglesia, ésta fue la doctrina a mayor grado ortodoxa.
Entre los milenaristas tenemos que consignar al apóstol Juan, a Policarpo de Esmirna, a Papías de Hierápolis, a Lactancio, a Ireneo de Lugdunum y a una innumerable hueste de fieles cristianos de los primeros tiempos.
Finalmente, la Iglesia católica, a pesar de haber rechazado la doctrina apelando a la pluma de insignes "espiritualizantes gnostizados", tales como Orígenes, Eusebio de Cesarea y Agustín de Hipona, entre otros muchos, jamás se ha atrevido a declararla herética, porque así creían y enseñaban los Padres de la Iglesia, incluso los más venerados y tenidos por autoridad, mártires de la fe como Justino Mártir, por ejemplo, y esaclarecidos autores como el propio apóstol Juan, quien consigna la doctrina en su Revelación.
Se entiende que si la Iglesia católica se atreviera a condenar al milenarismo incurriría en un total rompimiento con los Padres de la Iglesia primitiva, y con la mismísima Iglesia apostólica, porque así creían ellos, y eso era lo que predicaban, el reinado milenario literal de Cristo sobre la tierra, y por eso afrontaron las hostilidades incluso del Estado romano y no temieron sufrir la muerte como "testigos", que es lo que la palabra "mártir" significa.
Solamente cuando la Iglesia aspiró a ser parte de este mundo y a asumir realengo, riquezas, títulos, honores y dominación, y solamente entonces, negó sus aspiraciones celestiales, negó la literalidad y tangibilidad del reinado milenario de Cristo sobre la tierra y la restauración de todas las cosas en la re-creación de que hablan los escritores bíblicos inspirados.
Uno de los principales documentos milenaristas de la Iglesia primitiva, actualmente conocida como Epístola de Bernabé, habla precisamente de esta esperanza espiritual, tomando su argumentación de la misma fuente que el Apocalipsis, cuyo escritor fue el apóstol Juan.
Los gnostizantes que se infiltraron en la Iglesia primitiva comenzaron por negar la autenticidad del Apocalipsis y de la Segunda Carta de Pedro, así como de la Carta de Pablo a los Hebreos, como una manera de atacar lo más directamente posible y derrotar a quienes creían en la realidad del reinado milenario de Cristo sobre la tierra.
Sin embargo, entre los católicos ha habido esclarecidos milenaristas, como el sacerdote jesuita chileno Manuel Lacunza, quien escribió una monumental y muy bien documentada obra, titulada "La Venida del Mesías en Gloria y Majestad", bajo el seudónimo de Juan Josafat y dirigida al sacerdote Cristófilo.

EL PROTOSINAÍTICO, ¿Fue de origen israelita?

La península del Sinaí fue una región de paso entre el Egipto altamente civilizado y el Levante cananeo, objeto de colonización y de dominación política, comercial y cultural. En el mapa se han señalado algunos lugares.
Huyendo de Egipto, luego de haber matado a un egipcio para defender a un hebreo, Moisés viajó hacia la península de Sinaí, donde el dominio egipcio no era demasiado fuerte, salvo en los escasos oasis y donde se realizaban trabajos mineros, especialmente en la zona alrededor de la actual localidad de Serabit el-Kadim. Moisés encontró a los madianitas y se hospedó con un cierto Yetró, con cuya hija Zîppora, se casó y tuvo hijos. Moisés vivió unos cuarenta años en la tierra de Madián, nomadeando siempre en busca de nuevos pastos y de agua para sus rebaños. Obviamente, su identidad egipcia anterior se perdió en los avatares de la diaria subsistencia en los áridos territorios de Sinaí.
Y fue allí donde fue encontrado por Yahwêh, el Dios verdadero que es Uno y Único, al decir de la fe de Israel. Y allí fue donde Moisés aceptó la difícil misión de guiar a Israel fuera de la tierra de Egipto, hacia la libertad.
Tras su salida de la tierra de Egipto, donde sirvieron como esclavos durante generaciones, los israelitas nomadearon durante cuarenta años por el desierto, luego de haber viajado a lo largo de la costa occidental de la península de Sinaí hacia el sur.
Es precisamente la zona alrededor de Serabit el Kadim donde se han encontrado los principales restos de un sistema de escritura que parece ser el origen de todos los demás sistemas de escritura alfabética, y al que, a falta de un nombre adecuado, se ha designado como protosinaítico.
El término protosinaítico, entonces, por convencionalismo entre los eruditos, se aplica a un sistema de escritura al que se considera el ancestro común de una serie de sistemas de escritura semíticos occidentales, entre los que se cuentan el hebreo, el fenicio[i], el cananeo[ii], el moabita, etcétera.

EL BISABUELO DE LOS ALFABETOS

El proto-sinaítico fue el primer alfabeto consonántico. Incluso un vistazo superficial nos hace ver su origen egipcio. Hacia el siglo XVIII a. de J.C., la península del Sinaí estaba bajo dominio egipcio y sus pobladores semitas tomaron un cierto número de signos jeroglíficos para escribir su lengua.

El sistema de escritura proto-sinaítico es consonántico y se usó desde los siglos XVIII al XVI a. C. El sentido de la escritura es horizontal de izquierda a derecha o de derecha a izquierda y vertical de arriba hacia abajo.
Algunos han afirmado que el origen de la escritura semítica occidental yacería en la tribu de Yetrô, sacerdote de Madián y suegro de Moisés.
Sin embargo, otros han afirmado, no sin muchas razones a su favor, que en realidad la escritura semítica alfabética habría sido ideada y perfeccionada por los israelitas salidos de Egipto, quienes habrían usado como base signos de la escritura jeroglífica, que ya conocían, para desarrollar un sistema de escritura más fácil de usar que el que les era propio y que estaría directamente relacionado o sería, cuneiforme, traído desde Mesopotamia por el mismísimo Abraham[iii]. Pero como las revelaciones dadas por Yahwêh a Moshê resultarían demasiado extensas para registrarlas en signos y tablillas cuneiformes, habría surgido si no la necesidad al menos la facilidad, de un nuevo sistema de escritura basado en signos más simples y fáciles de registrar sobre materiales tales como el papiro o la piel de animales tratada para el efecto.
Los restos de escritura que se conocen como protosináiticos serían los primeros intentos probados por los israelitas bajo Moisés de desarrollar un sistema de escritura especialmente ideado para registrar las palabras de Yahwêh.
En el análisis final, este sistema de escritura alfabética desarrollado en la península de Sinaí, derivó en la escritura llamada a veces paleohebrea o mosaica y, finalmente, mediante traspasos y préstamos culturales, se fue extendiendo ampliamente a través de todo el Levante antiguo y, finalmente, fue adoptado por los griegos, a través de los llamados fenicios. Según la leyenda, un cierto Cadmo (en hebreo, Oriental) lo llevó a Beocia, en la Grecia Central, donde fue primeramente usado, y luego de ahí se extendió a los demás griegos.

Una mina de inscripciones
En 1906 el arqueólogo británico, Flinders Petrie, exploró en la península del Sinaí las antiguas minas de turquesa explotadas desde tiempo inmemorial. El más importante de esos lugares era Serabit el-Khadim, donde halló los restos de un templo dedicado a Hathor, la principal diosa de la zona del Sinaí.
Aquí fue donde Petrie hizo sus más sustanciales descubrimientos, incluyendo un gran número de inscripciones, muchas dedicadas a Hathor. La gran mayoría estaban escritas en egipcio, pero algunos de los monumentos contenían textos en una escritura que era una mezcla de jeroglífico egipcio... aunque ni una palabra de egipcio normativo podía leerse.

La inscripción anterior está hecha sobre roca. Contiene tres columnas de escritura que se leen de derecha a izquierda. Esta es una de las inscripciones proto-sinaíticas más extensas, pero también una de las más frustrantes, pues aunque la piedra no está rota, su superficie ha sido dañada por agentes naturales y humanos.
La imagen inferior muestra un fragmento de una placa de piedra de 20 X 25 cm. El texto está compuesto de cuatro columnas de letras fuertemente inscritas. La lectura es la siguiente:
Columna 1: 'rht
Columna 2: mp'dt(?)
Columna 3: tltrbtm
Columna 4: md'tpn



La imagen siguiente muestra dos inscripciones de Serabit el-Khadim. La inscripción de la derecha dice:

'nt d t' Oh tú, adorador rb nqbmn t' (o) jefe de mineros, una ofrenda 'rkm lb'lt prepara para Ba'alat 'l 'hn d t' a favor de 'Ahena - Oh adorador - una ofrenda ' t't lbn (h') de una oveja. A favor de su hijo (ly)t' t(n d t) Eliseo(?) da, oh adorador ' t't l(b'lt) una oveja para Ba'alat.



La inscripción vertical dice lo siguiente: 'nt tpn dkm l'bb mn; que traducido es: 'Oh tú, Shafan, recoge de 'Ababa ocho minas de turquesa.'La horizontal dice: sm' mr' rb 'prm; que significa: 'Shimea, palafrenero del jefe de los caravaneros(?).'

La esfinge y su mensaje

Uno de los objetos más interesantes hallados en Serabit el-Khadim era una esfinge que portaba textos escritos en jeroglífico egipcio y en escritura sinaítica.

Esfinge de Serabit el-Khadim (lado izquierdo)



Esfinge de Serabit el-Khadim (lado derecho)

Inscripciones en la esfinge de Serabit el-Khadim

En la inscripción precedente, el egipcio está inscrito entre las patas y el hombro derecho, donde se lee: "amado de Hathor, señora de turquesa"; el sinaítico está escrito a ambos lados de sobre el pedestal. En la figura lateral podemos ver los distintos textos inscritos en la esfinge. En el texto egipcio, primera línea, se lee: Hter mrjj (nb.t)(m) fkz.t, es decir "Amado de Hathor, señora de turquesa". En la línea central (lado derecho) se lee, de derecha a izquierda: M'HBL(T), es decir "Amado de la Señora (Baalat)."

Esfinge del templo de Hathor

A la entrada del templo de Hathor se encontró una estatuilla (figura lateral) de 30 cm. de alto y de base 22x17. En ella se encuentra grabada una de las inscripciones proto-sinaíticas más comunes: "(l) blt", que siginifica "(para) la diosa Baalat".
El alfabeto sinaítico parece consistir de al menos 23 signos distintivos, de los cuales la mitad claramente son egipcios. Como en los jeroglíficos, los signos están arreglados bien en columnas o en líneas horizontales, pero se leen de izquierda a derecha.
El primero en descifrar el sistema fue A.H. Gardiner, un erudito inglés, que se dio cuenta que ciertos signos representaban objetos o cosas cuyo nombre semítico correspondía a los nombres de las letras en el posterior alfabeto llamado comúnmente fenicio o cananeo.

Entresijos gramaticales

Por lo tanto, Gardiner sacó la conclusión de que las formas lineales del último eran derivaciones de los pictogramas sinaíticos y mostró que la transición de uno al otro era, en muchos casos, identificable sin ninguna dificultad. Más aún, al asignar a los pictogramas sinaíticos los valores fonéticos del alfabeto fenicio, pudo leer la muy repetida frase "Baalat". Esto tenía sentido, ya que Baalat es el nombre de una diosa semítica similar a Hathor, cuyo nombre aparece, en jeroglífico egipcio, en la esfinge aludida anteriormente.


En otras palabras, este sistema de escritura usa la palabra semítica (no la egipcia) para el objeto del pictograma original y usa la primera letra de esa palabra como el valor del signo. Por ejemplo, el dibujo de una casa simboliza la casa; ahora bien, "casa" en la lengua semítica occidental era bet, de ahí que el pictograma "casa" era usado para representar la consonante b. Este principio, llamado acrofónico, no puede explicar todo los signos, pero los siguientes están claros: ' de 'alpu, "buey", b de baytu/betu, "casa"; w de wawwu, "gancho/estaca"; y de yadu, "mano/brazo"; k de kappu, "palma de la mano"; l de lamdu "pincho"; m de mayyuma (?), "agua"; n de nahasu, "serpiente"; `de aynu/enu, "ojo" y r de ra'su, "cabeza".
Este sistema de escritura no es, estrictamente hablando, un alfabeto en el sentido real de la palabra, sino un silabario, en el que cada signo representa una consonante + cualquier vocal.



Las características del sistema proto-sinaítico podríamos resumirlas en estos puntos:
(1) Fue inventado hacia el 1700 a. de J.C. por semitas que tenían conocimiento de la escritura egipcia.
(2) El número de letras fue inicialemnte 27. Luego (siglo XIII a. C.) fueron reducidas a 22.
(3) Los signos eran pictográficos y muchos tenían valor acrofónico. Estos evlucionaron hacia letras lineales.
(4) El concepto pictográfico permitió escribir en cualquier dirección: de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, en columnas verticales y hasta bustrófedon en horizontal y vertical. La escritura vertical desapareció hacia el 1.100 a. C. .

Se puede considerar al proto-sinaítico como el antecesor remoto de innumerables sistemas de escritura tan dispares como el romano o el brahmi.
La figura inferior muestra su nexo con dos grandes sistemas de escritura: el fenicio arcaico y el griego.


El cuadro siguiente muestra la evolución, a partir del jeroglífico egipcio, de los signos proto-sinaíticos hacia los sistemas sudarábigos, fenicios y hebreo.


La figura siguiente, por su parte, muestra un diagrama en el que se comparan diversos sistemas de escritura semíticos a partir del proto-sinaítico.



NOTAS:
[i] Fenicio equivale a cananeo de la costa. En efecto, los fenicios son mencionados entre las tribus originales de los cananeos, los que se extendieron, aproximadamente, entre el Éufrates y el actual wady el-Arish, en la parte septentrional de Sinaí.
[ii] Los cananeos eran camitas, lo que no debe perderse de vista, a pesar de que los eruditos los consideren como semitas. El que se les considere como semitas tiene mucho que ver con el sistema de escritura empleado por ellos que actualmente se conoce y al hecho de que al menos en su correspondencia conservada utilizaran un habla semítica. Si la escritura alfabética se originó, como parece, en la península del Sinaí en tiempos de la salida de los hebreos de Egipto, y si a ello añadimos que hubo importantes imperios semitas (elamitas, akadios, entre otros) que extendieron su soberanía sobre el Levante y que ejercieron gran influencia sobre las poblaciones locales, al grado que utilizaron el sistema cuneiforme de escritura akkadia, y que la zona fue objeto de amplias invasiones de poblaciones semíticas, como los amurru (a quienes se confunde con los cananeos amorreos), e incluso a poblaciones de origen arábigo, entonces es fácil entender que, con el tiempo, el habla original cananea y sus sistemas de escritura, hayan cedido paso a sistemas semíticos, mucho más ampliamente extendidos y usados y posiblemente de mayor facilidad para los registros.
[iii] Abram, después renombrado Abraham por Dios mismo, no era analfabeto. Provenía de una tierra de alta cultura, como lo era la poderosa ciudad de Ur, que fue en más de una oportunidad capital de extensos imperios sumerios. Y, llegado con la tribu de su padre a la zona de Harán, en la tierra de Subartu, nuevamente vivió en una tierra influenciada poderosamente por la cultura de Ur. Varios episodios en la vida de Abraham demuestran que él sabía leer y escribir: por ejemplo, el contrato que firma con los hititas por la compra de la cueva de Makpelâh luego de la muerte de Sara, su mujer. Los hebreos, por lo tanto, sabían leer y escribir. Y las numerosas referencias que se hallan en el actual libro de Génesis demuestran que se llevaban prolijos y escrupulosamente bien mantenidos registros comerciales, genealógicos y casi de toda materia relevante, como contratos de diversa naturaleza y cuentas de los criadores de ganado.

El Toro en la religiosidad antigua

El toro es símbolo de la fuerza, del valor viril de la lucha, de la bravura, del poder. Esto es fácil de advertir si se toma en cuenta la apariencia majestuosa, bravía y desafiante del toro salvaje sobre todo, que ha de haber sido la imagen original que se tuvo en cuenta.
Por su actividad estaba relacionado con el sol. Por su fecundidad, se le asociaba con la luna. Los cuernos del toro, que recuerdan a la media luna, eran también un símbolo lunar.
Para diversos pueblos de la Antigüedad, el toro estaba relacionado, por su fecundidad, con la tormenta, con la lluvia y con el agua. Su mugido podía ser asemejado al sonido del trueno.
Y eso es, precisamente, lo que se entiende al examinar las concepciones religiosas de los antiguos pueblos del Próximo Oriente.

En la mitología hitito-hurrita
Los hititas y los hurritas fueron dos pueblos que habitaron en amplias áreas del Próximo Oriente. Los primeros son gentes indoeuropeas o jaféticas, que aparentemente invadieron Anatolia viniendo desde Europa oriental a través del Bósforo Tracio, si bien algunos proponen que a través del Cáucaso. Lograron imponerse a las poblaciones locales anatólicas y se fueron extendiendo poco a poco, hasta lograr formar un reino que, con el tiempo, derivó en un poderoso imperio que pudo medirse con el propio Egipto faraónico en una batalla, la primera que se documenta en la historia, que tuvo lugar en las vecindades de la ciudad estado de Qadêš, en el valle del Arnut, el Orontes de los autores clásicos. Luego de varios siglos de existencia, el imperio hitita fue destruido, probablemente incapaz de oponerse a un nuevo movimiento migratorio iniciado en los Balkanes, debilitado por sus guerras contra los asirios y los montañeses del norte y del este de la península, y a la disensión interna, poco después de la caída de Troya.
Los hurritas tendrían sus orígenes en la meseta de Irán, desde donde habrían avanzado hacia el poniente y se habrían establecido en la zona de la Alta Mesopotamia, en lo que los antiguos llamaban Khanikalbat o Hanigalbat. En algún momento, durante el segundo milenio precristiano, lograron formar un poderoso imperio que se extendió desde los Zagros y las montañas de Armenia hasta el Mediterráneo, logrando incluso invadir Anatolia suroriental. También tuvo un período de luchas contra el Egipto faraónico que, como en el caso de los hititas, también terminó con la firma de la paz. Finalmente, el estado se escindió, víctima de la secesión, y fue fácil presa de asirios e hititas. Pero la influencia hurrita perduró entre los hititas hasta el final de su historia.
Entre los hititas y los hurritas se encuentran varias referencias o alusiones al toro en relación con sus divinidades.

Seris (Serisu)
Éste es uno de los toros consagrados al dios de la Tormenta. En preparación para la batalla, el dios de la Tormenta ordena a Tasmisus ungir sus cuernos con aceite y lo conduce a la Montaña Imgarra con Tella y el carro de la batalla.

Tella (Hurris)
Éste es otro toro consagrado al dios de la Tormenta. En preparación para la batalla, el dios de la Tormenta ordena a Tasmisus chapar su cola con oro y lo conduce a la Montaña Imgarra con Seris y el carro de la batalla.

Sharruma (nombre hurrita), el ternero de Teshub.
Este dios era considerado como hijo de Teshub y Hebat y era simbolizado por un par de piernas humanas, o una cabeza humana en el cuerpo de un toro. Se identifica después con el dios de la Tormenta de Nerik y Zippalanda.

En el siglo XIII a. de J. C., cuando Hattussili se casó con Puduhepa, quien era sacerdotisa en Kizzuwatna, los dioses hurritas de Kummanni virtualmente acapararon el culto tributado por la religión estatal hitita. A la cabeza de la religión estatal estaban el dios nacional de la Tormenta de los hurritas, Tešub, y su reina Hebat, con dos divinidades locales, Šarruma [Sarruma] y Allanzu, como su hijo y su hija, respectivamente. Tešub era adorado en la forma de un toro y Sarruma, originalmente el genio de una montaña local, recibió el título de “novillo [becerro] de Tešub”. Pero en este panteón, para propósitos sacrificiales, los dioses y las diosas eran más o menos segregados en dos series distintas de deidades, conocidas como kalutis. en un sentido amplio, la lista de dioses comienza con Tešub y un pequeño grupo de divinidades asociadas, consistente de su hermano Tasmisu, el viejo dios Kumarbi, una deidad llamada Suwaliyat, cuyo carácter no está claro, y un dios oculto bajo el logograma NINURTA. El orden de estas divinidades es variable. Se mencionan al dios Ea, al dios lunar Kušuh, al dios solar Šimegi, al grupo conformado por Aštabi, Lupatig [Nupatig] y Hesui, quienes parecen combinar entre ellos, de alguna manera, las caracterísitcas del dios de la guerra (ZABABA), KAL, y del dios de la pestilencia, NERGAL; la forma masculina de Ištar-Šaušga, otra deidad relacionada llamada Pirinkir, el visir de Tešub, conocido como Tenu, el Cielo y la Tierra. Al final se ocupa de Tešub, incluyendo a su hijo Sarruma, el Novillo de Tešub, los toros Seri y Hurri, y las montañas Namni y Kazzi [Hazzi], la última de ésta habiendo sido el Mons Cassius del período grecorromano, y que corresponde a la moderna Jebel el Akra, sito al sur de la desembocadura del Nahr el-Ansi, el Orontes clásico, el Arnut de los antiguos.
Que finalmente prevaleció la religión hurrita es algo que puede verse muy claramente en las esculturas de Yazilikaya (1), santuario que data desde los tiempos de Tudhaliya IV, hijo y sucesor de Hattussili. El dios personal que escogió Tudhaliya fue Sarruma, divinidad que, como se ha visto, ocupaba un lugar inferior entre los dioses hurritas y era considerado como un joven muy apegado a su madre. El monumento pétreo que es Yazilikaya es fiel a la concepción hurrita, aunque en la cámara pequeña este dios es representado nuevamente en proporciones heroicas como patrón del rey de Hattussas.
En las muchas cámaras de Yazilikaya se puede apreciar en los relieves de los muros los dos kalutis de Tešub y Hebat en la forma de dos procesiones que se reúnen en un punto central. En los pasados años se ha progresado mucho en la lectura de los malamente conservados signos jeroglíficos en que se escribieron los nombres de las deidades representadas en los relieves grabados en la pared rocosa de este monumental santuario erigido en las vecindades de Hattussas, la capital del Imperio hitita, y —por el pésimo estado de conservación de este grandioso monumento, expuesto a las inclemencias naturales y a innumerables agentes destructivos a lo largo de los pasados tres milenios— muchos de ellos no pueden ser identificados todavía, y muy probablemente nunca lo sean. Sobre el muro que se enfrenta a la entrada están Tešub y Hebat con su hijo y su hija, Sarruma y Allanzu, y su nieta. De acuerdo al afamado hititólogo E. Laroche, las dos figuras que están de pie sobre las águilas bicéfalas representan a la hija, Allanzu, en tanto que el erudito Güterbock desea leer la escritura de la figura que está al lado derecho como “Nieta de Tešub”. En el panteón hatita, de paso, la pareja suprema, el dios de la Tormenta y la diosa-Sol de Arinna, tienen una nieta, cuyo nombre, Zintuhi, es simplemente la palabra en lengua hatita para “nieta”. El hecho de que en Yazilikaya esta diosa no tenga un nombre sino apenas una mera descripción logográfica muestra que en el panteón hurrita no tenía un equivalente y que el artista que grabó las escenas tuvo que deliberadamente “traducir” el panteón hatita. Por razones al presente desconocidas el artista representó a Hebat y a Sarruma de pie sobre panteras y a Allanzu y a la nieta de pie sobre un águila bicéfala. También representó a Sarruma, en una segunda oportunidad, como el “Novillo de Tešub”, y otras dos veces más en las piernas de cada uno de sus padres. Tešub aparece de pie sobre dioses montañas, exactamente como se describe en un pasaje de un inventario cúltico:
“El dios de la Tempestad del Cielo, una estatua masculina, plateada con oro, en su mano derecha él porta una maza, en su mano izquierda él porta un símbolo de oro del bien, puesto sobre dos montañas en la forma de estatuas masculinas plateadas con plata.”
La descripción precedente difiere solamente en que la estatua descrita estaba “estacionaria”, en tanto que en Yazilikaya (y, similarmente, en Imamkulu) la deidad está de pie.
La procesión que sigue a Tešub consiste de cuarenta y una deidades, de las cuales los nombres de las siguientes pueden ser leídos con certeza:

N§ 39: Ea
N§ 38: Šauska
N§ 35 LUNA
N§ 34: SOL del CIELO
N§ 33: Aštabi
N§ 32: ANTLER-ti (= dKAL)


En la kaluti de Tešub, como ya se ha mencionado, Ea, el dios-Luna, el dios-Sol, Astabi [Aštabi] y un dios tutelar del tipo KAL están alistados en este mismo orden, e Ištar-Sausga [Sauska] —la forma masculina de esta deidad— se incluyen, aunque en un punto posterior. Los dos dioses N§ 41 y N§ 40, entre Tešub y Ea pueden ser, de acuerdo a las listas, dos del grupo consistente de Tasmisu, el hermano de Tešub, y los dioses Suwaliyat y Kumarbi. Si Suwaliyat es meramente otro nombre para Tašmisu, como se piensa, no hay mayores dificultades: el N§ 41 tiene que ser el hermano de Tešub, en tanto que el N§ 40 ha de ser Kumarbi. Estas identificaciones han sido propuestas por E. Laroche, y aceptadas por Güterbock, pero la lectura efectiva y real de los signos es incierta y no puede considerarse esta identificación propuesta como un hecho real, final y establecido a firme, ya que no lo es. Las dos pequeñas niñas que siguen a Sausga (N§ 37 y N§ 36), los nombres de las cuales parecen terminar en “-t “, deben ser entendidas como Ninatta y Kulitta. Para las deidades en los lugares N§ 31 y N§ 30 se ha sugerido a Pirinkir y a Hesui. Los dos signos combinados en un solo diseño con un par de hombres-toros (N§ 29 y N§ 28), representan al cielo y a la tierra, y los hombres-toros, que están innominados, deben ser Seri y Hurri. Las demás identificaciones continúan siendo inciertas, pero los N§ 17 y N§ 13 son descritos como “montañas divinas”. Los doce corredores que cubren la retaguardia deben ser los “doce dioses de la encrucijada”, un grupo anteriormente mencionado en asociación con Nergal, el dios del Mundo de Abajo.
La más ampliamente adorada deidad de la Anatolia hitita fue claramente un dios atmosférico, como era lo apropiado para un país dependiente de la lluvia para su fertilidad. Y bajo el título de dios de la Tormenta de Hatti llegó a ser la principal divinidad del panteón oficial, una gran figura que concedía la realeza, daba la victoria en la batalla, y probablemente representaba a la nación en sus tratos con las potencias extranjeras. Así, del tratado con Egipto se dice que es “con el propósito de hacer eternas las relaciones que el dios del sol (2) y el dios de las tormentas (3).” Su nombre en lengua luwita, y probablemente también en lengua hitita, era Tarhun [Tarhund]. En lengua hatita era llamado Taru, y en hurrita se le llamaba Tešub(4). Frecuentemente era denotado por el ideograma sumerio para su contraparte akkadia, Adad. Se trata de una divinidad típicamente anatólica, de quien existieron casi innumerables variedades locales y especializadas en todos los centros cultuales. Los de Nerikka(5) y Zippalanda eran considerados como hijos de la pareja divina. Estaba asociado con el toro sagrado y en los monumentos aparece ya sea atendido por una pareja de toros divinos o conduciendo sobre las montañas un carro tirado por toros. En el culto mismo, Tarhund pudo haber estado representado por un toro. A veces era representado teriomórficamente como un toro o de pie sobre su animal cúltico oficial, como su sucesor clásico, Iupiter Dolichenus. Frecuentemente, las deidades eran representadas por un símbolo asociado u otros recursos. En el período imperial, este dios porta una porra o maza, semejante a su contraparte del período tardío, Tarhundaš, el cual es representado blandiendo un hacha y un rayo. Un ejemplo de ello es la talla en la roca de una deidad con espada, en Yazilikaya. Una cabeza humana corona la empuñadura, la cual está esculpida en la forma de cuatro leones agazapados.

NOTAS:
1.- Es decir, la “Roca Inscrita”. Se trata de una localidad vecina al sitio de la antigua Hattussas, donde se erigió un templo al aire libre, y en cuyas paredes se grabaron las imágenes de una serie de divinidades principales del panteón hitita.
2.- Se refiere indudablemente a Ammón, el principal dios solar egipcio.
3.- Es decir, el dios de la tempestad de Hatti, Tarhund.
4.- Este nombre probablemente deba escribirse más correctamente Tešup. Es el Teišeba de los urartios.
5.- Esto es, por otra grafía, Nerik.

'El, 'Ilu


El principal dios de los semitas del Levante era 'El, esto es, dios, palabra semita que nos es familiar como uno de los títulos del único Dios verdadero de la Biblia.

La palabra semítica ‘El, significa fuerte, poderoso. Es por ello que algunos lo traducen y entienden de esa manera, el poderoso, el fuerte, el que tiene el poder.

Él es llamado Creador de Todas las Cosas Creadas, así como Padre de la Humanidad. ‘El, es, por lo tanto, el creador original del panteón semítico, si bien no contamos actualmente con un relato o historia de la creación relacionada con el área específica de esta divinidad.

‘El, era también el Rey y Cabeza de la asamblea o concilio de los dioses, aunque él no sea biológicamente el padre de todas las deidades bajo su soberanía.

A pesar de su posición como creador, ‘El, era una deidad más bien inactiva. Es descrito como un viejo barbado y, en muchas historias que se han conservado, es descrito como sentado en su salón sobre su montaña, entre los dos ríos que son la fuente del océano mundial.

Aunque era más bien distante, y usualmente no era directamente cercano, ‘El, es fuerte, poderoso y sabio. Él es, también Thoru ´Ilu, el Dios Toro, identificado con este animal por su fuerza e inmutabilidad. En toda circunstancia, 'El conserva su dignidad.


El nombre del dios 'El o 'Ilu en caracteres semíticos tempranos y en hebreo, y su transliteración castellana.

'El, sin embargo, no es un nombre sino un sustantivo común que tiene la forma de un título común a todos los dioses semitas. El mismísimo Dios verdadero, Yahwêh, en las Escrituras, también ostenta este título, 'El, Dios. Pero Dios no es, como es bien sabido, el nombre propio, sino uno de los títulos de Yahwêh: Yahwêh es el nombre propio y personal del Dios que es, por definición y doctrina propia de la Escritura, Uno y Único.

‘El, fue conocido a través de todo el Levante, esto es, en la amplia zona que se extiende entre el Éufrates y el Tigris, pero fue adorado a través de toda Mesopotamia y amplias áreas de Anatolia y a través de Arabia, bajo la forma ‘Ilu, que es básicamente la misma palabra. Aparentemente, los hurritas lo adoptaron en su panteón bajo el nombre Kumarbi, que está atestiguado en documentos y monumentos incluso en la capital hitita, Hattussas, junto a la localidad turca actual de Boghazköy, en la Anatolia central.

De todos modos, es necesario tener presente siempre que 'El o 'Ilu, Dios/dios es apenas un sustantivo común, un mero título, y jamás un nombre, tal como bá'al, ashtoreth, dagón, etc.


Epítetos Comunes de ´El
• El Toro El / Dios - thôru ´ilu
• El en las fuentes de los dos ríos - ´ilu mabbukê naharêmi
• El en medio de las fuentes de los dos océanos - ´ilu qirba ´apigê tihamatêmi
• Padre de la Humanidad - ´abi ´adamu
• El Creador de las Criaturas - baniyu banawati
• El Sin Edad que nos Creó - dordoru dykeninu
• Bondadoso, Misericordioso ´El - lutipanu ´ilu du pa´idu
• El Rey, el Padre de los Años/Tiempos - malik ´abi shanima/shunemi

Títulos bíblicos incluidos:
• ´abi ´ad = Padre Eterno
• ´el `olam, = Dios/ ´El el Eterno o Dios Eterno, o el Dios Eterno.
• `attiq yomin/yomayya´ = Anciano de Días

Todos estos epítetos claramente reflejan los que se le daban en Ugarit a este dios y las características que se le atribuían. Debido a que existen muchas semejanzas en el fraseo que se usa con respecto a esta y otras divinidades en los documentos de Ugarit, los especialistas que antes negaban que Israel hubiera conocido la escritura antes del siglo X a. de J.C., ahora dicen que todo el pensamiento religioso israelita, y hasta los himnos que usaron en la forma de los Salmos, son copia de los usos y costumbres religiosos ugaríticos. Obviamente, lo uno y lo otro no resisten la más mínima atención, ya que no puede negarse que se den desarrollos religiosos o culturales que tengan puntos de contacto en el uso idiomático entre dos pueblos bastante cercanos y vecinos y que, además, hablan un mismo idioma. Lo contrario es suponer demasiado y considerar a las gentes de esos tiempos como incapaces de expresar a no ser en términos de copia. Y, si tal fuera cierto, ¿cómo probar que los israelitas copiaron a los ugaríticos? ¿Y si fue al revés? Y, ¿por qué no pudo ser que Israel representara la alta cultura que fue objeto de copia? Después de todo, los israelitas venían saliendo de Egipto, cuna de la más alta civilización preponderante de ese momento en el Levante y, de una u otra forma, sus logros, obviamente desarrollados a partir de la cultura y civilización egipcias, debieron ser objeto de copia, adaptación y adopción por parte de otros pueblos del área, sobre todo porque el sistema de escritura que introdujeron en la tierra de Canaán era muchísimo más fácil tanto de escribir y de leer como de registrar y preservar que los sistemas akkadio (que requerían aprender una infinidad de formas de caracteres e ideogramas estilizados sobre tablillas de barro fresco que después debían ser cocidas en un horno para preservarlas, y cuyo transporte no era muy seguro en vista de la fragilidad del material) y egipcio (que requería años de entrenamiento y el aprendizaje de también una enormísima cantidad de glifos (además de disponer de papiro, que comúnmente provenía de Egipto mismo). El sistema israelita requería aprender menos de treinta caracteres consonánticos y podía escribirse sobre piel, sobre papiro, sobre madera, sobre tablillas de barro, o lo que hubiera disponible, incluso piedra o metal, con muchísima mayor facilidad.
 

Presentación...

Este blog es una continuación de otros trabajos previos que, por razones que no viene al caso explicar aquí y ahora, he perdido, al parecer de forma permanente...
Lo primero que he hecho ha sido tratar de recuperar algunos trabajos previos, enlazando a sus actuales ubicaciones, y enseguida continuar agregando nuevos estudios y ensayos sobre un tema que para mí siempre ha sido de primera importancia, las Escrituras.
Espero recibir los comentarios, puntos de vista, opiniones y sugerencias de quienes visiten este blog, que serán muy bien recibidos y que espero puedan ser el comienzo de un intercambio generoso y mutuamente beneficioso en esta materia.

 
 
Este blog nace del deseo de compartir información relacionada con el estudio de las Sagradas Escrituras e intercambiar opiniones, puntos de vista y aproximaciones a los temas que se proponen, con altura de miras y respeto mutuo.
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