sábado, 29 de marzo de 2014

El Toro en la religiosidad antigua

El toro es símbolo de la fuerza, del valor viril de la lucha, de la bravura, del poder. Esto es fácil de advertir si se toma en cuenta la apariencia majestuosa, bravía y desafiante del toro salvaje sobre todo, que ha de haber sido la imagen original que se tuvo en cuenta.
Por su actividad estaba relacionado con el sol. Por su fecundidad, se le asociaba con la luna. Los cuernos del toro, que recuerdan a la media luna, eran también un símbolo lunar.
Para diversos pueblos de la Antigüedad, el toro estaba relacionado, por su fecundidad, con la tormenta, con la lluvia y con el agua. Su mugido podía ser asemejado al sonido del trueno.
Y eso es, precisamente, lo que se entiende al examinar las concepciones religiosas de los antiguos pueblos del Próximo Oriente.

En la mitología hitito-hurrita
Los hititas y los hurritas fueron dos pueblos que habitaron en amplias áreas del Próximo Oriente. Los primeros son gentes indoeuropeas o jaféticas, que aparentemente invadieron Anatolia viniendo desde Europa oriental a través del Bósforo Tracio, si bien algunos proponen que a través del Cáucaso. Lograron imponerse a las poblaciones locales anatólicas y se fueron extendiendo poco a poco, hasta lograr formar un reino que, con el tiempo, derivó en un poderoso imperio que pudo medirse con el propio Egipto faraónico en una batalla, la primera que se documenta en la historia, que tuvo lugar en las vecindades de la ciudad estado de Qadêš, en el valle del Arnut, el Orontes de los autores clásicos. Luego de varios siglos de existencia, el imperio hitita fue destruido, probablemente incapaz de oponerse a un nuevo movimiento migratorio iniciado en los Balkanes, debilitado por sus guerras contra los asirios y los montañeses del norte y del este de la península, y a la disensión interna, poco después de la caída de Troya.
Los hurritas tendrían sus orígenes en la meseta de Irán, desde donde habrían avanzado hacia el poniente y se habrían establecido en la zona de la Alta Mesopotamia, en lo que los antiguos llamaban Khanikalbat o Hanigalbat. En algún momento, durante el segundo milenio precristiano, lograron formar un poderoso imperio que se extendió desde los Zagros y las montañas de Armenia hasta el Mediterráneo, logrando incluso invadir Anatolia suroriental. También tuvo un período de luchas contra el Egipto faraónico que, como en el caso de los hititas, también terminó con la firma de la paz. Finalmente, el estado se escindió, víctima de la secesión, y fue fácil presa de asirios e hititas. Pero la influencia hurrita perduró entre los hititas hasta el final de su historia.
Entre los hititas y los hurritas se encuentran varias referencias o alusiones al toro en relación con sus divinidades.

Seris (Serisu)
Éste es uno de los toros consagrados al dios de la Tormenta. En preparación para la batalla, el dios de la Tormenta ordena a Tasmisus ungir sus cuernos con aceite y lo conduce a la Montaña Imgarra con Tella y el carro de la batalla.

Tella (Hurris)
Éste es otro toro consagrado al dios de la Tormenta. En preparación para la batalla, el dios de la Tormenta ordena a Tasmisus chapar su cola con oro y lo conduce a la Montaña Imgarra con Seris y el carro de la batalla.

Sharruma (nombre hurrita), el ternero de Teshub.
Este dios era considerado como hijo de Teshub y Hebat y era simbolizado por un par de piernas humanas, o una cabeza humana en el cuerpo de un toro. Se identifica después con el dios de la Tormenta de Nerik y Zippalanda.

En el siglo XIII a. de J. C., cuando Hattussili se casó con Puduhepa, quien era sacerdotisa en Kizzuwatna, los dioses hurritas de Kummanni virtualmente acapararon el culto tributado por la religión estatal hitita. A la cabeza de la religión estatal estaban el dios nacional de la Tormenta de los hurritas, Tešub, y su reina Hebat, con dos divinidades locales, Šarruma [Sarruma] y Allanzu, como su hijo y su hija, respectivamente. Tešub era adorado en la forma de un toro y Sarruma, originalmente el genio de una montaña local, recibió el título de “novillo [becerro] de Tešub”. Pero en este panteón, para propósitos sacrificiales, los dioses y las diosas eran más o menos segregados en dos series distintas de deidades, conocidas como kalutis. en un sentido amplio, la lista de dioses comienza con Tešub y un pequeño grupo de divinidades asociadas, consistente de su hermano Tasmisu, el viejo dios Kumarbi, una deidad llamada Suwaliyat, cuyo carácter no está claro, y un dios oculto bajo el logograma NINURTA. El orden de estas divinidades es variable. Se mencionan al dios Ea, al dios lunar Kušuh, al dios solar Šimegi, al grupo conformado por Aštabi, Lupatig [Nupatig] y Hesui, quienes parecen combinar entre ellos, de alguna manera, las caracterísitcas del dios de la guerra (ZABABA), KAL, y del dios de la pestilencia, NERGAL; la forma masculina de Ištar-Šaušga, otra deidad relacionada llamada Pirinkir, el visir de Tešub, conocido como Tenu, el Cielo y la Tierra. Al final se ocupa de Tešub, incluyendo a su hijo Sarruma, el Novillo de Tešub, los toros Seri y Hurri, y las montañas Namni y Kazzi [Hazzi], la última de ésta habiendo sido el Mons Cassius del período grecorromano, y que corresponde a la moderna Jebel el Akra, sito al sur de la desembocadura del Nahr el-Ansi, el Orontes clásico, el Arnut de los antiguos.
Que finalmente prevaleció la religión hurrita es algo que puede verse muy claramente en las esculturas de Yazilikaya (1), santuario que data desde los tiempos de Tudhaliya IV, hijo y sucesor de Hattussili. El dios personal que escogió Tudhaliya fue Sarruma, divinidad que, como se ha visto, ocupaba un lugar inferior entre los dioses hurritas y era considerado como un joven muy apegado a su madre. El monumento pétreo que es Yazilikaya es fiel a la concepción hurrita, aunque en la cámara pequeña este dios es representado nuevamente en proporciones heroicas como patrón del rey de Hattussas.
En las muchas cámaras de Yazilikaya se puede apreciar en los relieves de los muros los dos kalutis de Tešub y Hebat en la forma de dos procesiones que se reúnen en un punto central. En los pasados años se ha progresado mucho en la lectura de los malamente conservados signos jeroglíficos en que se escribieron los nombres de las deidades representadas en los relieves grabados en la pared rocosa de este monumental santuario erigido en las vecindades de Hattussas, la capital del Imperio hitita, y —por el pésimo estado de conservación de este grandioso monumento, expuesto a las inclemencias naturales y a innumerables agentes destructivos a lo largo de los pasados tres milenios— muchos de ellos no pueden ser identificados todavía, y muy probablemente nunca lo sean. Sobre el muro que se enfrenta a la entrada están Tešub y Hebat con su hijo y su hija, Sarruma y Allanzu, y su nieta. De acuerdo al afamado hititólogo E. Laroche, las dos figuras que están de pie sobre las águilas bicéfalas representan a la hija, Allanzu, en tanto que el erudito Güterbock desea leer la escritura de la figura que está al lado derecho como “Nieta de Tešub”. En el panteón hatita, de paso, la pareja suprema, el dios de la Tormenta y la diosa-Sol de Arinna, tienen una nieta, cuyo nombre, Zintuhi, es simplemente la palabra en lengua hatita para “nieta”. El hecho de que en Yazilikaya esta diosa no tenga un nombre sino apenas una mera descripción logográfica muestra que en el panteón hurrita no tenía un equivalente y que el artista que grabó las escenas tuvo que deliberadamente “traducir” el panteón hatita. Por razones al presente desconocidas el artista representó a Hebat y a Sarruma de pie sobre panteras y a Allanzu y a la nieta de pie sobre un águila bicéfala. También representó a Sarruma, en una segunda oportunidad, como el “Novillo de Tešub”, y otras dos veces más en las piernas de cada uno de sus padres. Tešub aparece de pie sobre dioses montañas, exactamente como se describe en un pasaje de un inventario cúltico:
“El dios de la Tempestad del Cielo, una estatua masculina, plateada con oro, en su mano derecha él porta una maza, en su mano izquierda él porta un símbolo de oro del bien, puesto sobre dos montañas en la forma de estatuas masculinas plateadas con plata.”
La descripción precedente difiere solamente en que la estatua descrita estaba “estacionaria”, en tanto que en Yazilikaya (y, similarmente, en Imamkulu) la deidad está de pie.
La procesión que sigue a Tešub consiste de cuarenta y una deidades, de las cuales los nombres de las siguientes pueden ser leídos con certeza:

N§ 39: Ea
N§ 38: Šauska
N§ 35 LUNA
N§ 34: SOL del CIELO
N§ 33: Aštabi
N§ 32: ANTLER-ti (= dKAL)


En la kaluti de Tešub, como ya se ha mencionado, Ea, el dios-Luna, el dios-Sol, Astabi [Aštabi] y un dios tutelar del tipo KAL están alistados en este mismo orden, e Ištar-Sausga [Sauska] —la forma masculina de esta deidad— se incluyen, aunque en un punto posterior. Los dos dioses N§ 41 y N§ 40, entre Tešub y Ea pueden ser, de acuerdo a las listas, dos del grupo consistente de Tasmisu, el hermano de Tešub, y los dioses Suwaliyat y Kumarbi. Si Suwaliyat es meramente otro nombre para Tašmisu, como se piensa, no hay mayores dificultades: el N§ 41 tiene que ser el hermano de Tešub, en tanto que el N§ 40 ha de ser Kumarbi. Estas identificaciones han sido propuestas por E. Laroche, y aceptadas por Güterbock, pero la lectura efectiva y real de los signos es incierta y no puede considerarse esta identificación propuesta como un hecho real, final y establecido a firme, ya que no lo es. Las dos pequeñas niñas que siguen a Sausga (N§ 37 y N§ 36), los nombres de las cuales parecen terminar en “-t “, deben ser entendidas como Ninatta y Kulitta. Para las deidades en los lugares N§ 31 y N§ 30 se ha sugerido a Pirinkir y a Hesui. Los dos signos combinados en un solo diseño con un par de hombres-toros (N§ 29 y N§ 28), representan al cielo y a la tierra, y los hombres-toros, que están innominados, deben ser Seri y Hurri. Las demás identificaciones continúan siendo inciertas, pero los N§ 17 y N§ 13 son descritos como “montañas divinas”. Los doce corredores que cubren la retaguardia deben ser los “doce dioses de la encrucijada”, un grupo anteriormente mencionado en asociación con Nergal, el dios del Mundo de Abajo.
La más ampliamente adorada deidad de la Anatolia hitita fue claramente un dios atmosférico, como era lo apropiado para un país dependiente de la lluvia para su fertilidad. Y bajo el título de dios de la Tormenta de Hatti llegó a ser la principal divinidad del panteón oficial, una gran figura que concedía la realeza, daba la victoria en la batalla, y probablemente representaba a la nación en sus tratos con las potencias extranjeras. Así, del tratado con Egipto se dice que es “con el propósito de hacer eternas las relaciones que el dios del sol (2) y el dios de las tormentas (3).” Su nombre en lengua luwita, y probablemente también en lengua hitita, era Tarhun [Tarhund]. En lengua hatita era llamado Taru, y en hurrita se le llamaba Tešub(4). Frecuentemente era denotado por el ideograma sumerio para su contraparte akkadia, Adad. Se trata de una divinidad típicamente anatólica, de quien existieron casi innumerables variedades locales y especializadas en todos los centros cultuales. Los de Nerikka(5) y Zippalanda eran considerados como hijos de la pareja divina. Estaba asociado con el toro sagrado y en los monumentos aparece ya sea atendido por una pareja de toros divinos o conduciendo sobre las montañas un carro tirado por toros. En el culto mismo, Tarhund pudo haber estado representado por un toro. A veces era representado teriomórficamente como un toro o de pie sobre su animal cúltico oficial, como su sucesor clásico, Iupiter Dolichenus. Frecuentemente, las deidades eran representadas por un símbolo asociado u otros recursos. En el período imperial, este dios porta una porra o maza, semejante a su contraparte del período tardío, Tarhundaš, el cual es representado blandiendo un hacha y un rayo. Un ejemplo de ello es la talla en la roca de una deidad con espada, en Yazilikaya. Una cabeza humana corona la empuñadura, la cual está esculpida en la forma de cuatro leones agazapados.

NOTAS:
1.- Es decir, la “Roca Inscrita”. Se trata de una localidad vecina al sitio de la antigua Hattussas, donde se erigió un templo al aire libre, y en cuyas paredes se grabaron las imágenes de una serie de divinidades principales del panteón hitita.
2.- Se refiere indudablemente a Ammón, el principal dios solar egipcio.
3.- Es decir, el dios de la tempestad de Hatti, Tarhund.
4.- Este nombre probablemente deba escribirse más correctamente Tešup. Es el Teišeba de los urartios.
5.- Esto es, por otra grafía, Nerik.

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